Desde
antes de nacer llegamos a este mundo con un propósito. Durante el trayecto de la vida vamos
formándonos; viviendo experiencias que nos sirven para ser y hacer. Aún sin conocer nuestros orígenes o conociéndolos
descubrimos nuestro propósito en la vida.
Cada quien compone una parte importante en este mundo. Somos piezas de esta gran máquina que es la
vida.
Aún
sin conocer las respuestas nos arriesgamos a innovar e intentar, sólo para
conseguir una oportunidad, la oportunidad de nuestras vidas. Desconocemos cuándo es el momento indicado, y
a veces hasta lo creamos, sólo por tener la oportunidad. La oportunidad de demostrar que sabemos para
qué estamos aquí.
Descubrir
nuestro propósito es una aventura. Hay
lágrimas, sonrisas, enojos, pérdidas, amigos, familia, trabajo, huidas,
corridas, escondidas… Hay momentos de valentía, de tristeza, de alegría, de
miedo, de coraje, de amor… Hay momentos…
Pero, cuando llega ese momento, sientes una gran emoción. Hasta dudas si es real o es sólo tu
imaginación. Y descubres que estás tan
emocionado, que nada más de pensarlo te das cuenta. Te das cuenta que encontraste tu
propósito. Tu propósito en esta
vida.
Sin
tu propósito sólo vagas por un valle de incertidumbre, esperando que algún día
salga el sol. Cuando llega ese día, el
día en que ves al sol salir, eres capaz de hacer grandes cosas, de tomar los
riesgos necesarios, aunque no entiendas, aunque no te entiendan, sólo por que
ves el sol salir en tu vida. Sólo por
qué encuentras tu propósito.
Sin pensarlo, persigues tu sueño. Haces lo que
tienes que hacer. Con ímpetu te
enfrentas a las circunstancias. De ser
necesario ajustas alguna pieza, la aceitas y hasta puedes montar o desmontar,
sólo por alcanzarlo. Sólo por alcanzar
tu propósito. ¡Qué muchas cosas estamos
dispuestos hacer por nuestro propósito!
¡Nos enfrentamos al mundo! ¡Son
infinitas las posibilidades al momento de lograr tus sueños, al momento de
cumplir con tu propósito!
Comentarios
Publicar un comentario